viernes, 22 de julio de 2011

El deseo erótico se reivindica

El sexólogo José Luis Beiztegi se sumó ayer al curso de Sexología que se viene celebrando en el Centro de Servicios Universitarios reivindicando la importancia del deseo en la sexualidad humana. «El deseo es universal, todo ser humano tiene un impulso libidinoso», comenta como punto de partida de una material realmente compleja. Porque, siendo universal, el deseo no se presenta como una realidad única. Existe una multiplicidad de vivencias del deseo.
«Existe un deseo masculino, más instrumental e independiente de las emociones, y un deseo femenino, más complejo y también más vinculado a las emociones», explicó el ponente, «la orientación sexual también influye, no es lo mismo el deseo heterosexual que el homosexual y se modifica en todos los grados y complejidades de la sexualidad. A la hora de emplear el cortejo, existen diferentes tipos de deseo. Desde aquellos que prefieren ser más deseantes a quienes prefieren ser más deseados. Además, a lo largo de la vida de cada persona existe la posibilidad de posibles cambios, la vivencia del deseo en cada persona puede evolucionar, modificarse».
Es decir, una realidad presente en cada ser humano y, al tiempo, diferente en cada persona.
Además, la imposibilidad de conocer el origen del deseo es una dificultad añadida a la realidad de ese fenómeno. «Hay muy poco claro, no sabemos qué parte del deseo es biológica y cual cultural o educacional», explicó, «las últimas investigaciones apuntan a que en la orientación sexual existe una mayor peso de los factores biológicos, pero al día de hoy no sabemos la causa de la heterosexualidad. En aspectos como ser deseante o deseado, los estudios indican que se debe a un elemento cultural, a las experiencias infantiles de la persona».
El valor del deseo
Todas esas dudas se contraponen con una certeza expuesta por Beiztegi en el curso universitario: el deseo ayuda a la persona, le permite mejorar su autoconocimiento, desarrollarse, enfocar su sexualidad.
«El conocimiento del deseo es muy intuitivo, empieza en la adolescencia. Es algo que debemos permitirlo. Mucha gente se asusta al bajar a los camarotes del deseo, pero no hay motivos para asustarse», aseveró.
¿Por qué? «El deseo es rico, lujurioso, impulsivo, excesivo… Otra cosa es pasar del deseo al comportamiento real, pero el deseo es bueno. No sé el motivo, pero durante muchos siglos se ha estigmatizado el deseo cuando es algo bueno».
Y es que, en este punto, el sexólogo vasco considera que es necesario «diferenciar el deseo de la realidad. Todos tenemos nuestros deseos y no pasa nada malo por ello. Otra cosa es la realidad. Una persona puede tener un deseo fetichista y, en sí, no es malo. Tampoco lo sería en la realidad, si es una práctica de forma consensuada y libre».
En este sentido, José Luis Beiztegi lamentó la «ausencia de comunicación entre las parejas. Lo ideal es que conozcan sus deseos. Pero ahora mismo estamos más reprimidos que nunca. Las parejas no se comunican. Aún permanecen muchas regiones enjauladas en pasillos». El problema es que esa situación termina derivando en una frustración personal, incomunicación o provocando que ese deseo no satisfecho se deba resolver de otras maneras que terminan dañando a la persona o a la pareja, indicó.





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