La revolución sexual que marcó de manera
definitiva las relaciones actuales no fue la que se gestó en la década
de 1960, sino una que comenzó hace miles de años con nuestros ancestros,
los primates, de acuerdo con un reporte de la revista Time sobre un
nuevo estudio.
La investigación Orígenes humanos y la transición de la promiscuidad a
los lazos de pareja buscó los factores que están detrás de la formación
de la familia moderna con parejas monógamas. Sus autores descubrieron
que esta tendencia fue motivada principalmente por los machos que no
eran dominantes.
Ante el dominio de los machos alfa y
beta para aparearse con las hembras, el resto del grupo pudo haber
obtenido la preferencia de otras hembras al dotarles de más comida y de
ayudarlas a cuidar de sus crías.
“Lo que ocurre es que para los hombres que se encontraban al final de
las jerarquías y que eran débiles o pequeños y que de otra forma nunca
hubieran tenido la oportunidad de ganar una competencia, ser proveedores
de alimento hizo de ellos una opción valiosa para las hembras”, dijo
Sergey Gavrilets, profesor de ecología, biología evolutiva y matemáticas
en la Universidad de Tennessee, en Knoxville.
Este comportamiento trajo beneficios para ambos, ya que el macho
podía aparearse y las hembras al tener más alimento estaban mejor
preparadas para tener a sus crías. Además al cuidar ambos de sus
descendientes, tenían mayores posibilidades de sobrevivir.
De acuerdo con la revista, los machos podían simplemente vigilar a
una hembra en particular y asegurarse que ningún otro hombre pudiera
aparearse con ella. Aunque también podían constantemente intercambiar
comida a cambio de sexo, en una especie de prostitución antigua.
Sin embargo, la investigadora Sarah Hrdy profesora emérita de
antropología en la Universidad de California, difiere en que la crianza
por parte de ambos progenitores sea un factor clave en la formación de
las parejas monógamas y de la fidelidad.
Hrdy asegura que el compromiso paternal es muy variable, tanto en la
antigüedad como actualmente. “Algunos hombres harán todo lo posible para
permanecer cerca de sus hijos. Otros, aunque estén seguros de su
paternidad, actuarán como si no los tuvieran”, dijo a Time.
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