lunes, 28 de mayo de 2012

Cómo afrontar las cosas cuando se acaba la pasión

En ocasiones puede ser bastante complicado para uno o ambos miembros de la pareja aceptar que el amor y la pasión en su relación se han terminado. De hecho, en un gran número de casos, lo que ocurre es que los sentimientos positivos van apagándose gradualmente y la persona, o la pareja, no llegan a ser conscientes de inmediato del desgaste y paulatino deterioro de su amor.
No es siempre el miembro de la pareja que primero se percata de este hecho quien toma la iniciativa para poner fin a la relación. A veces, simplemente calla, aguanta y quizás desea que algo ajeno a la relación influya positivamente en ésta y mejore. Tal vez la realidad es tan dura que la tentación es evadirse y fingir que la situación de la pareja es estupenda. Proceso que, en cualquier caso, suele producirse de forma inconsciente.
En las relaciones de pareja existen diversos factores que influyen y que pueden dificultar que las señales del deterioro sean suficientemente claras. Pueden mezclarse con el deseo de que “nada cambie”. No obstante, suele haber indicios inequívocos que muestran a la persona (o a la pareja) que es tiempo de concluir la relación.
Con demasiada frecuencia, lo más sencillo es sucumbir a la inercia, alargando la relación de manera artificial, más que admitir que es probable que la relación lleve un tiempo moribunda.A veces es el apego lo que puede confundir los sentimientos. Hay gente que lo confunde con el amor. No obstante, el apego tiene más que ver con la fuerza del hábito o la costumbre que con la emoción amorosa. Implica un cierto grado de dependencia, que a veces contribuye a la creación de relaciones de amor-odio.
No podemos olvidarnos del miedo. Es bastante común encontrar a personas que por temor a nuevas situaciones prefieren mantener relaciones que son dañinas, destructivas o, por lo menos, poco edificantes y nada prometedoras. Se agarran a un clavo ardiendo a ellas.Se olvidan de que por muy triste que parezca cerrar una puerta, ello les ofrecerá la oportunidad de abrir otra nueva. Con la ruptura surge la posibilidad de que, en un tiempo, otra relación pueda surgir, y, quizás, ofrecer mayores garantías de satisfacción y concordia. También hay quienes rehúsan terminar una relación de pareja por miedo al “qué dirán”. Dan más importancia a la crítica social que a su estado de insatisfacción e infelicidad.
En muchas ocasiones hemos sido testigos de lo que puede parecer una ruptura bastante traumática. Alguno o ambos miembros de la pareja sienten que no podrán vivir sin el otro, que el futuro no tiene alicientes ya para ellos. Lo curioso es que, a veces, al poco tiempo ya cuentan con una nueva pareja y pareciera que llevan con ésta toda la vida. Por experiencia, sabemos que hay personas para quienes parece más importante aferrarse más a la idea de contar con una relación de pareja que a una persona en concreto. Es decir, lo que desean es tener una pareja y les importa menos quién es ésta.
En cualquiera de los casos, al final, lo importante es tener capacidad de autocrítica, ser honestos y valientes para realizar una evaluación lo más objetiva posible del estado de nuestra relación y de nuestros niveles de satisfacción. Llegados a un cierto punto, si nuestra relación sentimental no es lo suficientemente positiva, han de tomarse decisiones. Ya sean para mejorarla o para marcar el final de la misma.
Es verdad que hay parejas que se aferran a una relación tormentosa y poco viable, pero también hay otras que dicen “hasta aquí” con demasiada facilidad o muy pronto y eso tampoco es positivo. El secreto está en saber encontrar el punto justo.
¿Te cuesta terminar una relación o no te lo piensas demasiado? ¿Sueles ser tú quién da por terminada tus relaciones de pareja? ¿Cuál es tu experiencia al respecto?





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